✨ “Yo vi a Juana… (Dice Dios)”
(Oración poética desde la voz de Dios)
Yo vi a Juana…
cuando nadie más la miraba.
La vi sentada en la misma silla de cada día,
cosiendo sueños con manos cansadas,
haciendo milagros con hilos rotos
y paciencia que sangra.
Yo estuve allí,
cuando se tragó las lágrimas
porque nadie valoró lo que hizo.
Vi cuando las hermanas llegaban
y le arrebataban lo que ella había creado
con el corazón…
y aún así, Juana callaba.
Por amor. Por costumbre. Por no romper.
Yo vi a Juana,
levantarse cada fin de semana
sin quejarse,
para acompañar a su padre Ramón,
a ese hombre que ya no camina como antes,
pero que sabe que su hija es su bastón,
su esperanza,
su último abrazo sincero en esta tierra.
Yo vi a José también…
derrumbándose por dentro en el trabajo,
soportando el veneno de cada día,
mordido por cobras disfrazadas de rutina,
matándose por una paga que no alcanza,
por una dignidad que el sistema le roba.
Lo vi regresar,
con la espalda rota y el alma vacía,
esperando consuelo,
pero encontrando que el hogar también lo juzga.
Y vi a Juana esperarlo,
con los ojos llenos de reclamos
que en realidad eran súplicas:
“mírame… abrázame… dime que todavía soy tu paz”.
Yo los vi amarse sin palabras,
gritar sin alzar la voz,
despedirse sin despedirse.
Porque cuando el alma se cansa,
el amor no muere…
se duerme con frío.
Y entonces,
cuando Juana se fue…
no con gritos,
no con odio,
sino con esa tristeza que sólo yo sé leer,
las piedras lloraron.
Los muertos despertaron.
El cielo tembló en silencio.
Porque no hay dolor más profundo
que el de una mujer buena
que se va…
porque nadie la sostuvo.
Y tampoco hay herida más larga
que la de un hombre que dio todo
y nunca aprendió a decir: “te necesito”.
Yo vi todo.
Yo lo sé todo.
Y aunque el mundo no lo entienda,
yo escribí cada lágrima en mi libro.
Y cada paso que dieron,
yo lo guardé en mi corazón.
Juana, hija mía…
yo te vi.
José, hijo mío…
yo también te vi.
Y cuando todo se derrumbe,
yo seré el único que aún los ame sin condiciones.
Amén.
⸻
Con fe, Isabel B. – miayotlan.com
(Oración poética desde la voz de Dios)
Yo vi a Juana…
cuando nadie más la miraba.
La vi sentada en la misma silla de cada día,
cosiendo sueños con manos cansadas,
haciendo milagros con hilos rotos
y paciencia que sangra.
Yo estuve allí,
cuando se tragó las lágrimas
porque nadie valoró lo que hizo.
Vi cuando las hermanas llegaban
y le arrebataban lo que ella había creado
con el corazón…
y aún así, Juana callaba.
Por amor. Por costumbre. Por no romper.
Yo vi a Juana,
levantarse cada fin de semana
sin quejarse,
para acompañar a su padre Ramón,
a ese hombre que ya no camina como antes,
pero que sabe que su hija es su bastón,
su esperanza,
su último abrazo sincero en esta tierra.
Yo vi a José también…
derrumbándose por dentro en el trabajo,
soportando el veneno de cada día,
mordido por cobras disfrazadas de rutina,
matándose por una paga que no alcanza,
por una dignidad que el sistema le roba.
Lo vi regresar,
con la espalda rota y el alma vacía,
esperando consuelo,
pero encontrando que el hogar también lo juzga.
Y vi a Juana esperarlo,
con los ojos llenos de reclamos
que en realidad eran súplicas:
“mírame… abrázame… dime que todavía soy tu paz”.
Yo los vi amarse sin palabras,
gritar sin alzar la voz,
despedirse sin despedirse.
Porque cuando el alma se cansa,
el amor no muere…
se duerme con frío.
Y entonces,
cuando Juana se fue…
no con gritos,
no con odio,
sino con esa tristeza que sólo yo sé leer,
las piedras lloraron.
Los muertos despertaron.
El cielo tembló en silencio.
Porque no hay dolor más profundo
que el de una mujer buena
que se va…
porque nadie la sostuvo.
Y tampoco hay herida más larga
que la de un hombre que dio todo
y nunca aprendió a decir: “te necesito”.
Yo vi todo.
Yo lo sé todo.
Y aunque el mundo no lo entienda,
yo escribí cada lágrima en mi libro.
Y cada paso que dieron,
yo lo guardé en mi corazón.
Juana, hija mía…
yo te vi.
José, hijo mío…
yo también te vi.
Y cuando todo se derrumbe,
yo seré el único que aún los ame sin condiciones.
Amén.
⸻
Con fe, Isabel B. – miayotlan.com
Like
Comment
Share