✧ HISTORIAS REALES, PROFUNDAS Y EMOTIVAS ✧
? CAPÍTULO 1: MARTHA Y EL SILENCIO QUE LA APAGABA
Juana tenía 38 años. Después de 12 años de relación con José, despertó una mañana sintiéndose más sola que nunca… al lado de él.
José no le gritaba. No la golpeaba. Pero la ignoraba. Pasaban semanas sin una caricia, sin un "te amo", sin un "¿cómo estás?". Y cada vez que ella se atrevía a hablar, él respondía con evasivas:
—No es para tanto. Deberías estar agradecida. No te falta nada.
Lo material estaba cubierto. Pero Juana sentía un hueco emocional que ningún techo ni comida podía llenar. ¿Cómo se llenaba un corazón que solo recibía migajas de atención?
Un día, después de llorar sola en el auto mientras sus hijos dormían, comprendió:
—No es amor si tengo que mendigarlo.
Y decidió comenzar terapia. No fue fácil. Pero 2 años después, con valentía, se mudó con sus hijos. Hoy, trabaja como terapeuta ocupacional y ayuda a otras mujeres a no conformarse con el amor a medias que una vez aceptó.
? CAPÍTULO 2: LUCÍA Y EL CICLO DE LAS MIGAJAS
Lucía tenía 27 años y estaba profundamente enamorada de Javier, un hombre brillante pero emocionalmente ausente. Al principio, todo era mágico: flores, mensajes, promesas. Pero luego vinieron las cancelaciones, los "estoy muy ocupado", las desapariciones por días.
Lucía justificaba todo:
—Es que trabaja mucho. Me ama, pero a su manera.
Hasta que un día, en su cumpleaños, esperó desde las 6 p.m. vestida, maquillada, con la cena lista… y él nunca llegó. Ni siquiera llamó. Le escribió al día siguiente: "Perdón, me dormí".
Fue ahí cuando su amiga Ana le dijo algo que nunca olvidaría:
—Tú no estás enamorada de él. Estás enamorada de lo poco que te da porque crees que no mereces más.
Esas palabras la rompieron… pero también la despertaron.
Hoy Lucía vive sola. No porque nadie la quiera, sino porque aprendió a quererse sin condiciones.
? CAPÍTULO 3: ELENA Y LA HERIDA DE INFANCIA
Elena creció con una madre que solo la abrazaba cuando sacaba buenas calificaciones. Con un padre que jamás la felicitó. Aprendió que para recibir afecto debía ser perfecta.
Esa misma herida la llevó a relaciones donde daba todo… y recibía casi nada. Hombres fríos, distantes, que la hacían sentir insuficiente.
En terapia descubrió que no era que elegía mal. Era que repetía lo que conocía: mendigar afecto.
Sanar su infancia fue el camino. Escribió cartas a su niña interna, empezó a hablarse con amor frente al espejo y aprendió a identificar sus patrones. Hoy, Elena está en una relación donde no tiene que esforzarse para que la amen: simplemente la aman.
? CAPÍTULO 4: TÚ, QUE LEES ESTO
Esta historia aún no se ha escrito completamente, pero empieza hoy.
Quizás también has justificado desprecios, te has quedado esperando un mensaje, o has creído que si das más te amarán mejor.
Pero no.
El amor no se pide. Se da libremente. El amor no se mide por sacrificios, sino por paz. Y tú mereces un amor que no te apague, sino que te encienda.
Hoy, empieza tu historia. La de una mujer que dejó de mendigar afecto. Que se eligió. Que se reconstruyó desde la raíz. Y que entendió, finalmente, que no está sola.
Con fe,
Isabel B. – miayotlan.com